lunes, 25 de febrero de 2013

DÍA 1

Lo normal es que las mujeres de mi edad, cuando eran niñas, soñaban con ser azafatas, enfermeras, maestras, misioneras o artistas (como Conchita Velasco). Hoy en día, las niñas sueñan con ser modelos, cantantes, barbies y, como no, millonarias.  
Pero yo, desde muy pequeña, soñaba con ser poetisa... sí, sí, poetisa... qué queréis que os diga, es lo que yo soñaba. Un poco rarita era, para que engañarnos. Con deciros que entendía a Santa Teresa en aquello de "que muero porque no muero".
Pero, como es normal fui creciendo y, otros anhelos hasta entonces desconocidos, se adueñaron de mis pensamientos  y, aunque seguía dándole  vueltas al sentido de la vida que para mí era ser poeta, y el misterio de la muerte ocupaba gran parte de mi pensamiento, llegó el día que, como bien decía mi amiga Nieves "no se le pueden cortar todas las flores a Mayo", así que, con 15 años me enamoré de quien hasta hoy es mi esposo.
Aquello, si que fue para mí una locura: mi espíritu tratando de entender la vida y la muerte, y mi alma corriendo en pos de aquella nueva y vertiginosa sensación. Mis poemas estaban llenos de besos, pasión, muertes y entierros...